En el Suplemento especial mensual del Heraldo 115 aniversario dedicado a Entrevistas, en la página 8, rememora la entrevista publicada el 12 de octubre de 1919, en la que narra cómo Aurelio Grasa y su amigo Dámaso Castejón, que se dirigen al Monasterio de Piedra desde Zaragoza, y al visitarlo, se encuentran a Don Santiago Ramón y Cajal, y lo cuentan de la siguiente forma:
…por el claustro del antiguo cenobio avanza lenta, pausadamente, una figura conocida. Es inconfundible, ”¡ parece Ramón y Cajal” ¡ , …..y a los pocos pasos, nos cercioramos que en efecto era el gran español, sabio venerable….Aurelio Grasa, el joven doctor, se adelanta tímido y sonriente para saludar al ilustre aragonés. Le ofrecemos también nuestros respetos. A todos nos acoge sin fingimientos, con frases cortadas y broncas, pero de una llaneza que atrae. Lo acosamos con infinidad de preguntas y tememos luego haber abusado de su indulgencia…”
Don Santiago les explica el porqué se encuentra en el Monasterio de Piedra, y no en el balneario de Alhama de Aragón, ya que buscaba la soledad. Aprovechando esta cercanía, Aurelio Grasa, que siempre portaba su cámara en esta nueva faceta de médico y viajero, le hizo dos placas de cristal a don Santiago, que conservamos, y a la vez los dos positivos que le envió y se los devolvió firmados con las siguientes dedicatorias: A mi querido amigo el Dr. Grasa, en testimonio de consideración y afecto, El original. En su pose, sentado de frente, con un abanico.
En la otra, donde posa de perfil, una de las obras maestras de la fotografía de retrato español, escribió lo siguiente: A mi estimado compañero el Dr. Grasa, en testimonio de consideración y simpatía. Madrid, 25 de octubre de 1919. S. Ramón y Cajal.
Quedó tan impresionado por estas fotografías de Grasa, que Don Santiago escribió unas meditaciones sobre la vejez, que fueron publicadas en el Heraldo de Aragón el domingo 29 de diciembre de 1999, con motivo de los 100 años de la publicación de Textura, y dice lo siguiente: Lo que mas deploro en la vejez es, (según revelan las presentes fotografías), la pérdida de la individualidad física y moral, que no hay cosa mas semejante a una calavera que otra calavera. Lo que los franceses llaman “La triste edad de los lutos”, podría calificarse también de “La edad de los retratos”. Próxima debe estar la muerte cuando, amigos y admiradores te piden insistentemente el busto. Apresúrate a complacerles antes que tu cabeza, que comienza a desecarse se convierta en calavera. La gloria tardía, en plena senectud, aporta el espíritu fatigado plácida y suave melancolía. Sobre el cielo arrebolado del atardecer ya no cantan las alondras, pero chillan los murciélagos. Y por encima de todo destacan dos grandes dolores: nos falta el beso de amor de los padres y el beso de judas de los enemigos. La tristeza de la senectud se cifra en esa frase terrible “no existe el mañana”. Debemos, sin embargo, reaccionar los viejos contra ese desalentador sentimiento, no dejándolo derivar del corazón a las manos. Si somos labradores, pidamos a Dios que nos sorprenda la Descarnada plantando un árbol; si científicos, inclinados sobre el microscopio o el tubo de ensayo; si escritores, reclinados sobre las albas cuartillas, el mas noble de los sudarios. Madrid, 7 de octubre de 1919. Santiago Ramón y Cajal.
La Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza ha querido homenajear a uno de sus primeros socios fundadores, como fue Aurelio Grasa Sancho, y en la sede actual, se han expuesto los cinco artículos publicados en el dominical del Heraldo por Juan Dominguez Lasierra, para celebrar el centenario de la primera foto publicada por Grasa en el periódico, el 13 de junio de 1910. Continuando dicho homenaje, en la exposición del XVIII Trofeo del Retrato RSFZ, en la sala de Exposiciones de Fotoprix, en la calle Pedro Mª Ric, junto con la obra fotográfica de los socios, se exponen tres retratos de Aurelio Grasa, entre los que se encuentra uno de don Santiago Ramón y Cajal en el Monasterio de Piedra en 1919, junto a dos retratos de señoritas de los años 30.
Carlos Barboza Vargas