En el verano regresa a Zaragoza, encontrándose pintando en los inicios del año siguiente, en El Coreto de la Basílica de El Pilar, su primer gran encargo, gracias a Don Ramón de Pignatelli. Pinta La Gloria, y se encuentra en ella. Los Cartujos de Aula Dei le encargan pintar en su Iglesia once grandes paños sobre La Vida de
Ver blog Goya en Cádiz y Goya en Sanlúcar.
Napoleón trae la guerra a España, su hermano José es Regente en Madrid, Zaragoza es destruida en 1808 por las tropas napoleónicas, Goya lo vive en su ciudad y pinta la explosión de Santa Engracia. También Madrid sufre la guerra, hay una rebelión popular del Dos de mayo en la Puerta del Sol, y Los fusilamientos de la Moncloa al día siguiente, salen de los pinceles de Goya, dos obras maestras del arte contra la guerra. El grabado vuelve a ser protagonista, las planchas de Los desastres de la guerra son todo un documento de las barbaridades de ésta, no hay vencedores ni vencidos, el cuadro de El Coloso sintetiza esta época. En 1819 compra junto al rio Manzanares una quinta, que se llamará Del sordo. Vuelve a la pintura mural, pero esta vez los caprichos y disparates se vuelven pintura, un testamento pictórico que abre las puertas del arte moderno, ya que se exponen en París, una vez arrancadas, y los jóvenes artistas las ven. Nace en 1806 su nieto Marianito y luego María del Rosario en 1814, la hija de su última compañera, Leocadia, y muy probablemente de Goya, quien lo acompaña en este tiempo en la Quinta. Ésta marcha a Burdeos con sus hijos. Goya siente la soledad y marcha a Francia para vivir junto a Rosarito y Leocadia. Viaja solo a Paris, vuelve a Burdeos para practicar la litografía, revolucionando ésta, y logrando calidades técnicas jamás superadas en este medio gráfico. Sus famosos Toros de Burdeos, junto con sus aguafuertes de la Tauromaquia, dejan páginas inigualables de esta Fiesta Nacional española que es un juego de luz y muerte. Muerte que le sobreviene en Burdeos en 16 de abril de 1828.