Es en la Cartuja de Aula Dei, en Zaragoza, en la serie de pinturas murales realizadas por el joven Goya entre 1772 y 1774, en las que los animales adquieren protagonismo como tales, no solo como símbolo. Nos encontramos unos pichones en la Presentación del Niño en el templo, muy similares a la forma de pintar en el cuadro de El Coloso, unos camellos blancos en la gran pintura de la Adoración de los Reyes Magos, un burro en la Visitación de la Virgen a Santa Isabel y unas vacas en la escena del Nacimiento de la Virgen. Puede decirse que estos son los primeros animales que se encuentran en la pintura de Goya, y por los cuales nos encontramos preocupados, debido a su fragilidad, pues parece que va a ser restaurado el conjunto por los mismos que realizaron la última y agresiva restauración en la cúpula Regina Martyrum de El Pilar, tras un prolongado y largo trabajo con el fin de justificar lo económicamente costosa que fue.
En la pintura para el tapiz La caza de la codorniz de 1775 aparecen los primeros animales, unos caballos al fondo de los cazadores, y luego una bella sucesión de animales en el paisaje, unos acompañados por personajes y otros siendo protagonistas de la composición. Aparece el primer toro en La novillada de 1780, dando fe de su pasión por la tauromaquia, ya que figura Goya como torero. Los Niños jugando a los toros se datan entre 1777 y 1785.
Pero no es hasta los grabados de los Caprichos en que los animales adquieren condición humana, junto con la brujas y, como nos dice el profesor Pierre Gassier en su libro Dibujos de Goya: …”La serie de asnos constituye el único grupo homogéneo de los caprichos”, ( 37 al 42 inclusive). Y en cuanto a las brujas Goya escribe Sueño/ pregón de brujas proibiendo a las/qe no pasan de 30 años/pr mas mérito qe tengan. Nos da la sensación viendo este dibujo, que las brujas siguen girando en torno a El Coloso de Goya.
En 1970 se celebró en el Espacio Van Gogh de Arlés una magnífica exposición titulada Goya, toros y toreros, comisariada por nuestro amigo el profesor Pierre Gassier, a la que nos invitó y asistimos a la inauguración, y pudimos oír en su conferencia sus grandes conocimientos sobre Goya y los toros. Contemplamos la magistral obra de Goya en el Hospital de Arlés, lugar donde pintó y estuvo enfermo Vincent, el tiempo unía así a estos dos genios. Fue una emoción y un privilegio estar allí. El profesor Gassier nos dedicó el catálogo.
Al estudiar la forma de tratar las multitudes en las hojadelatas de la serie Torrecilla (1793-1794) en la escena Despeje de la plaza y del cuadro Corrida en un pueblo (1812-1814) que se conserva en la Academia de San Fernando de Madrid, vemos que es muy similar a las multitudes de El Coloso, como bien explica el profesor Glendinning en su espléndido artículo sobre este cuadro de la Academia, en la Revista Goya (número 326 de enero-marzo de 2009). En un artículo anterior, la profesora Jesusa Vega llega a las mismas conclusiones que el profesor Glendinning, que El Coloso es de Goya. (Revista Goya, número 324).
También los burros son protagonistas en el cuadro Procesión de 1812, que el profesor José Gudiol reproduce en sus cuatro tomos sobre Goya, (cat. 668), y lo detalla gráficamente, pudiendo ver un burro como el de El Coloso, que no se mueve en medio de la procesión, aunque su amo tira de él.
Estudiando toda la evolución de los animales en la obra de Goya y su forma de pintarlos y de tratar la superficie pictórica, observamos que hay formas que ya se encuentran en las pinturas de la Cartuja de Aula Dei. Allí con los cartujos pintó en plena libertad, su forma pictórica es sintética y directa, al igual que la superficie de El Coloso. Goya al pintarlo, estaría pensando en la forma en que pintaba un mural, solo veo manchas que se acercan y se alejan…. Esto le llevó a grandes disgustos con el académico de su cuñado, Francisco Bayeu, que le reprochaba que no terminaba los personajes del mural en El Pilar. Son las mismas palabras que se encuentran en el informe actual del Museo de Prado, a pesar de que incluso dice que se sirve de una gran lupa para ver si se ven los botones de los trajes de las figuras en movimiento. Recordamos lo que decía el pintor francés Honoré Daumier, los cuadros no son para husmearlos.
El Coloso es un cuadro que, como las pinturas murales de Aula Dei, son para disfrutar a distancia de su armonía, la belleza de la luz, el color y el conjunto.
Son obras maestras.
Carlos Barboza Vargas Eloísa Teresa Grasa Jordán
Restauradores Facultad de Bellas Artes de San Fernando Madrid, UNESCO, Roma
Miembros de ICOM
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