Costa Rica siempre se ha preocupado por la cultura y la educación, y es así que el 4 de mayo de 1887 se creó el Museo Nacional para albergar las obras de arte producidas en el país por las culturas precolombinas, durante la colonia y hasta nuestros días. En la época de su creación gobernaba el país D. Bernardo Soto Alfaro. Tuvo diversos emplazamientos, como la Universidad de Santo Tomás o el antiguo edificio del Liceo de Costa Rica, y desde 1950 se ubica en el Cuartel Bellavista una vez que éste dejó de ser recinto militar debido a la abolición del Ejército en 1948 por el Presidente de la República José Figueres Ferrer. Se acondicionó el cuartel militar para ser centro de la cultura costarricense.
Yo tengo especial cariño por este recinto que desde la escuela visitaba, admirando sus piezas arqueológicas indígenas, era todo un placer ver las vasijas antropomorfas decoradas, las esculturas de piedra de granito talladas directamente, como son las famosas esferas, metates ceremoniales, los adornos de jade y oro. Había una reconstrucción de una casa colonial, es decir, la imaginación corría por los pasillos del patio central lleno de plantas y flores tropicales que olían a lluvia, lo que hacía mas agradable el estudio de estas piezas. Una vez que comencé mis estudios de Bellas Artes por el año 1963 en la Universidad de Costa Rica me acercaba al Museo a dialogar con los artistas indígenas y en una libreta de apuntes copiaba sus figuras tratando de desentrañar su misterioso mundo cósmico. De esta época conservo múltiples dibujos y pinturas al óleo interpretativas de su mundo.
Una vez establecido en España no he dejado de estudiar y escribir sobre el arte precolombino costarricense en Europa, pero no es hasta el año 1981 en que su Director, el científico Luis Diego Gómez, me invitó a exponer mi obra en una de sus salas temporales, desde el 15 de diciembre de 1981 al 30 de enero de 1982. Teresa y yo no pudimos trasladarnos a Costa Rica porque estábamos restaurando la pintura mural de Goya, “Regina Martirum”, en El Pilar de Zaragoza. Por lo tanto mi hermana Elia se encargó de representarnos. La exposición se componía de dibujos, acrílicos, óleos y grabados de la serie Crónica y temas sociales de actualidad como Muerte en Centroamérica……..La obra fue adquirida por coleccionistas, como el venezolano Carlos Enrique Pérez, la escritora Carmen Naranjo, Alvaro Gonzalez, Mario Rivera, Denis Guillot, María Teresa Merayo,…. y entre ellos, Luis Diego Gómez, quien también nos compró la carpeta Paternoy con obra gráfica de Teresa Grasa y poemas de Ana María Navales, editada por nuestro Taller Barboza Grasa en Madrid, para los fondos del Museo Nacional de Costa Rica.
Años mas tarde en 1997, estando de Embajadora en España, Rose Marie Karpinsky y de Alcaldesa de Zaragoza, Luisa Fernanda Rudi Úbeda, se organizó en el Palacio de La Lonja de la ciudad la exposición titulada El oro de América. Tesoros precolombinos de Costa Rica, en la cual como Consulado pude colaborar en ella junto a Rafael Ordoñez Fernández y el escritor Juan Bolea, Concejal de Cultura. Asistieron autoridades de Costa Rica como el Sr. Ministro Arnoldo Mora, y Melania Ortiz Volio, Directora del Museo Nacional. Fue una exposición de gran éxito de la que haré un comentario en un próximo blog.
Es bueno recordar y felicitar los 127 años de trayectoria del Museo Nacional de Costa Rica que ha proyectado el quehacer del arte costarricense de todos los tiempos además de dedicar múltiples estudios a desentrañar el misterio de las Esferasde Costa Rica por las que tenemos que luchar para que las declare la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad.
Carlos Barboza Vargas